Cuando hice el Camino de Santiago me sorprendió mucho ver a la gente tan apurada por llegar a la siguiente etapa.
Sé que encontrar albergue es importante para dormir y que en temporada alta a la una de la tarde ya están llenos, pero no sé si verdaderamente esa es la razón de las prisas. Es como una excusa, como un correr hacia un lado a otro sin un motivo realmente real. Me pregunto por qué cuesta tanto soltar el reloj externo, el de la imposición, el de pensar en ser útil, el de la auto explotación y el de la obligación. Nos educan para ser productivas, lo sé. Si hay momentos de vagancia, hay culpabilidad, por permitirse parar. Hasta en el Camino de Santiago tenemos prisa, por llegar, por hacer, por alcanzar la meta. ¿Qué tal pararnos a bañarnos en un río? ¿O a hablar con la gente de los pueblos? No digo que no sea importante la gestión del tiempo para fomentar una vida saludable, ya que permite de manera eficaz cumplir objetivos y al fin, lograr nuestros sueños, pero la sensación que puede haber de control vital es solo una falsa seguridad en un mundo de por sí de naturaleza cambiante. Poder soltar el control, entonces, parar sin culpabilidad. A mí, caminar muy concentrada en sintonía con la respiración me ayuda mucho, pero mucho. Descubrí que respiraba después de una clase de yoga. Estaba en la calle y literalmente me paré estupefacta: fue tomar conciencia del aire entrando y saliendo del cuerpo y sentí mucha alegría y a la vez mucha tristeza por haber estado tan desconectada de mí misma tanto tiempo. Cómo la simple acción de parar y respirar puede hacer que tu mundo se transforme. Me parece un milagro, de verdad que sí: el acto más profundo de autoconocimiento. Pruébalo. Para. Date cuenta que respiras. Solo hazlo en este instante, quédate y no te vayas. Has llegado, estás aquí. Susanna Garcia
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AutoraSusanna Garcia Archivos
May 2021
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